La derrota de Steve Erceg en UFC 301, sin duda, afectó a su compatriota y colega Robert Whittaker. Ambos siendo australianos, compartían la esperanza de elevar el deporte de su país al más alto nivel en el octágono.
Con un profesionalismo encomiable, Whittaker salió a tranquilizar a los fanáticos y a destacar que las tarjetas de los jueces no fueron un robo, a pesar de la ajustada decisión unánime a favor de Alexandre Pantoja.
Aunque defendió a su compañero, Whittaker fue objetivo al reconocer la victoria de Pantoja, y afirmó que Erceg seguramente tendrá otra oportunidad por el título en el futuro. Estas palabras reflejan su madurez y comprensión de la naturaleza competitiva del deporte.
“Como australiano, quería ver a Steve (Erceg) obtener ese título de campeón y traerlo para nuestro país. Pero no sé por qué se habla de robo o controversia porque, honestamente, Pantoja hizo lo necesario para ganar. Personalmente, creo que él se llevó los primeros tres asaltos y, luego, Erceg se quedó con el cuarto y, tal vez, el quinto. Quizás podría haber cerrado la pelea con otra clase de dominio pero igual lo hizo bien y lo felicito”, precisó.
La actitud de Whittaker es un ejemplo de fair play y respeto hacia sus oponentes, incluso en la adversidad. Reconocer la habilidad y el logro de los rivales es una parte esencial del deporte, y Whittaker lo demostró en este caso.
Aunque la derrota de Erceg pudo haber sido decepcionante para él y sus seguidores, Whittaker supo manejar la situación con gracia y sabiduría. Su apoyo a su colega y su perspectiva positiva sobre el futuro son dignos de elogio.
En última instancia, este episodio demuestra que, más allá de la rivalidad en el octágono, hay un profundo sentido de camaradería y respeto entre los luchadores de UFC. Whittaker ha demostrado ser un verdadero deportista, tanto dentro como fuera del ring.