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El judoca Emmanuel Lucenti es uno de los representantes argentinos más destacados a nivel mundial. A lo largo de toda su carrera ha demostrado su enorme potencial frente a los mejores luchadores del mundo y posicionó a la bandera nacional en lo más alto del plano internacional.
Sus logros como profesional le permitieron hacerse un nombre en el deporte, pero no fue una tarea fácil; durmió en aeropuertos y hostels junto a su esposa y su bebé, quedó varado en la otra punta del planeta, sufrió una durísima lesión y vendió absolutamente todo para costearse los gastos y poder crecer en su profesión.
En un mano a mano exclusivo con Titan Channel, el tucumano de 36 años repasó su rica historia de vida marcada en la constante superación, la nueva clasificación a los Juegos Olímpicos y su futuro dentro del judo.
“Empecé a los 8 años a hacer judo, en Tucumán. Ahora vivo en Santiago del Estero hace 6 meses por una cuestión de entrenamiento. Estoy casado y tengo un hijo; mi bebé tiene 1 año y 8 meses. Hace poco salí de una lesión que me imposibilitó recibir apoyo (becas y demás); puse dinero de mi bolsillo hasta el último centavo y hoy me encuentro con la clasificación olímpica”, contó Lucenti.
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“Ya fui a tres Juegos Olímpicos y no me cambia nada si voy o no voy; sé lo que es y aprendí a despojarme de todas las cosas que te dan esas dos semanas frente a las cámaras. Trabajo mucho para superarme día a día y enfocarme en el último tirón de mi carrera. Trabajo todos los días para superarme y aumentar todas mis capacidades. Perdí el nivel por una dura lesión de mi espalda, pero de a poco estoy reencontrándome conmigo mismo y recuperando la línea”, agregó.
Las artes marciales mixtas no los desvelan y, aunque en algún momento rechazó ofrecimientos para ser parte de alguna competencia, no descarta a futuro luchar en las MMA.
“Mientras haya un buen contrato podría probar las MMA; no me disgusta la idea, no es lo mío creo, pero si es una buena propuesta podría analizarla. Me lo han ofrecido varias veces pero habría que ver si la bolsa es jugosa. Miro distintas artes marciales, la lucha, por ejemplo, pero el judo es lo mío, me sé todos los nombres de todos los competidores. Soy un enfermo, lo amo con toda mi alma. Para mí, no hay un arte marcial igual, es superlativo. En cuanto a los luchadores, me gustaba mucho Nick Díaz, por ser callejero, más espontaneo; su conducta afuera no me gustaba, pero sí peleando”.
Por otra parte, Emmanuel recordó con este medio la difícil travesía que tuvo que vivir junto a su familia en plena pandemia y la superación constante para no decaer ante las adeversidades ; “nos quedamos varados mi mujer, hijo, mama, kinesiólogo, y hermana, en Georgia, Tbilisi. Me fui a luchar con los mejores del mundo. Soportamos una carga bastante alta. Después, me vino muy bien el parate, para relajar la cabeza, hablar con mis entrenadores, ver qué errores estaba cometiendo y replantear mi preparación y darle descanso a mi espalda. Si bien todavía estoy en recuperación, creo que salí del pozo y ahora necesito apoyo, la pase mal, durmiendo en aeropuertos, en hostels. Mi hijo viajó con nosotros desde los 2 meses; no quise ser un padre ausente y para mí, la ausencia no tenía valor. Vendí todo lo que tenía, no me quedo nada. A pesar de todo, mi sponsor y el gobierno de Tucumán siempre estuvieron. Hoy, tengo la tranquilidad de haber criado a mi hijo con mi mujer al 100 por cien y saber lo que es ser un padre. Es muy difícil cuando es atleta y de alto rendimiento. Mi hijo es una de las satisfacciones más grandes. Por eso, y como te decía, un Juego Olímpico es fantástico, pero lo más importante para mí, es criar a mi hijo, ponerle el hombre, darle educación”.
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Por último, no se olvidó del difícil momento del judo argentino y remarcó la importancia de unir a todas las partes para sacarlo a flote.
“El judo argentino lo veo complicado, espero que toquemos fondo para subir. Paula Pareto es nuestra referente, está terminando su carrera, y no viene mucha gente atrás como las generaciones anteriores. Tenemos que unirnos todos para sacarlo adelante; de todos lados, atletas, políticos, luchadores, familia. Es una etapa de transición, el judo mundial se cocina en Europa y Asia, y estamos lejos de poder ir allá. No es lo mismo vivir en Europa que acá. Lo sufrimos. Hay gente capacitada, con mucha experiencia que tienen ganas de sacar al judo argentino adelante. Si bien tengo propuestas de otros países para continuar, me gustaría colaborar, y más con el norte del país. Lo conozco bien, porque sé cómo somos allá; somos guerreros de nacimiento”, cerró.
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