Deontay Wilder despidió a su entrenador, Mike Breland, después de que tirara la toalla en el séptimo asalto cuando aún le quedaban cinco.
Mike Breland ni se imaginaba que, después de tirar la toalla para detener las embestidas de Fury, a su pupilo le iba a sentar tan mal que acabaría por despedirle. En el MGM Grand de Las Vegas, su entrenador realizó un buen gesto para muchos, pero muy desafortunado para otros. Fury tenía arrinconado a su rival en el cuadrilátero y su entrenador, preocupado por la paliza que estaba recibiendo, decidió tirar la toalla para que el árbitro decretara el final del combate y diera a Fury como el ganador. Lo que molestó mucho a un Wilder que, días después, habría tomado la decisión de despedir a su entrenador.
“¡Todavía me quedaban cinco asaltos!”
«Le dije a mi equipo que nunca, nunca, sin importar cómo me viese, tirase la toalla porque soy de esa clase especial de boxeadores. ¡Todavía me quedaban cinco asaltos! No importa cómo se viera desde fuera, todavía estaba en la pelea», así de desconforme se mostraba Wilder tras haber caído derrotado por Fury, llegando a atribuir su derrota a su entrenador: “Estoy molesto con Mark por el simple hecho de que hemos hablado de cómo reaccionar ante algo así muchas veces. Soy un guerrero, un campeón, y del mismo modo que entro en un ring a matar a mi oponente debo aceptar los golpes que reciba».
Breland lanzó la toalla al ver a su pupilo sufrir más de la cuenta. Hablamos de un entrenador que no es en absoluto nuevo en el mundillo. Es más, es alguien tan experimentado en el mundo del boxeo, que llegó a ser campeón olímpico de peso welter en los juegos olímpicos Los Ángeles 1984.
La derrota que sufrió Wilder, además de otorgarle el título de campeón del mundo de pesos pesados a Tyson Fury, le iba a provocar la primera derrota de su carrera profesional. El propio boxeador achacaría su tropiezo al aparatoso disfraz que llevaba en su entrada.